DANZA SÉLFICA
No cabe duda de que el significado que los padres fundadores de la fotografía dieron a ésta no ha prevalecido en la historia. Como toda disciplina artística, la fotografía ha tomado un camino distinto al que llevaba en sus orígenes. Pero bueno, en vez de analizar lo pasado, analicemos lo presente. Todos tenemos claro qué propósito tenemos cuando sacamos el dispositivo de grafeno que siempre llevamos en el bolsillo y sacamos una foto. No nos queremos parecer a los grandes fotógrafos del siglo XX, sino a los “influencers” del siglo XXI. La humanidad siempre ha tenido un carácter egoísta, no es que las generaciones a las que les ha tocado desarrollar la industria sean las más egocéntricas de la historia. Nosotros mismos, por nacer en las décadas que hemos nacido, tenemos todas las herramientas necesarias para llevar las grandes invenciones (en parte dadas por la Guerra Fría) a su culmen.

Yo mismo, como partícipe de la era selfie, entiendo y apoyo el camino que hemos hecho que la muestra de la imagen tome. Nos hemos encontrado ante la gran suerte de poder capturar la realidad en una facción de segundo y sin coste adicional. Hemos nacido con todo ya masticado, lo que nos ha llevado a poner por delante nuestro prestigio ante la seguridad e integridad humana, en algunos casos. También entiendo perfectamente, que quienes hayan conocido la fotografía como arte cuidadosa y burguesa, no entiendan las ansias de las generaciones más jóvenes de querernos autorretratar ante la noticia. Es lógico, porque en un principio, lo importante es la noticia, pero el giro grotesco que le hemos dado a la imagen, nos lleva a querer ser nosotros en la noticia lo importante. Porque es así, en situaciones límite, no tomamos fotos para mandarlas a la presa o a la ciencia, sino que las tomamos para no ser un post más in Instagram.

Los humanos somos como nuestro propio cuerpo, nos quedamos lo necesario y lo demás lo expulsamos. Yo no sé si los millones selfies que nos tomamos son un acto positivo y de progreso o si son un acto de esperpento e ignorancia. Lo único que sé es que si nuestra nueva tendencia acaba con la fotografía, será porque era necesario para nuestro desarrollo y aprendizaje. Yo sé que no es que nuestra generación sea la más egoísta de todos los tiempos, pero sí creo que ante la situación que nos hemos encontrado (gran desarrollo tecnológico), hemos hecho, aunque indirectamente, lo que más nos ha convenido.
Ustedes, amantes de la fotografía, deben excusarnos. No es normal que nazcamos con todo hecho y a nuestra disposición. Es que se nos juntan demasiadas cosas; internet, los Smartphone, el transporte, las infraestructuras… ¿Ustedes que harían si nacieran con todo este material ante sus rostros? ¿De verdad intentarían preservarlo? No lo creo, habrían hecho igual que hemos hecho nosotros, exprimirlo al máximo. Habrían hecho de la fotografía algo más subjetivo, que no intente mostrar la realidad, sino le muestre a usted en la realidad.

Si reflexionamos, en realidad esta tendencia que hoy toma la fotografía, es más bien un acto benévolo y positivo. Al fijarnos en el gran abismo de errores que hemos cometido a lo largo de nuestra existencia, vemos que siempre había oposiciones y disputas ante la decisión. En este caso no es así, yo, la verdad, no me sentiría ni mucho menos un incomprendido si colgara ahora mismo un selfie en Instagram. Lo que vengo a decir, es que todo el mundo lo hace, todo el mundo repite día tras día este acto de sacar el móvil, seleccionar la cámara frontal, y tomarse una foto ante una realidad que te dará prestigio y reputación en cuanto lo subas a esta plataforma amplificadora que es Internet.

Los millennials, predeterminados por el desarrollo tecnológico con el que nos hemos encontrado, hemos pasado a ser un colectivo menos autosuficiente pero más conocedor de la realidad que el anterior. Por primera vez, la fotografía no depende de nadie ajeno o externo, sino que la hacemos con nuestras propias manos y además de manera instantánea. Esto crea una dependencia a los dispositivos micro-electrónicos de la que difícilmente podremos salir. Pero ojo, no tomo esta dependencia como algo negativo. La argumentación es sencilla. Como digo una par de oraciones atrás, el haber nacido con “todo inventado”, y con unos dispositivos que nos mantienen actualizados constantemente, hace que seamos más conocedores de la realidad que el adolescente hippy del siglo pasado totalmente absorbido por el ideal. Podemos saber en todo momento lo que ocurre en Bombay, Siria o Venezuela si queremos. Así que este es el primer punto positivo de la dependencia a la tecnología, el poder estar siempre al dato de lo ocurre en todo el mundo. Luego, una de las cosas que más rabia me causa escuchar, es la “excesiva” dependencia al móvil y demás aparatos de la que más de una vez nuestro abuelo nos ha acusado. Debemos entender que hemos nacido con un móvil en la mano y con la televisión puesta mientras aprendíamos a andar. Es imposible quitarnos todo con lo que nos hemos criado ya que hemos puesto nuestras bases basadas en tales dispositivos. Nuestros bisabuelos nacieron con un fusil en la mano y más de una vez nuestro abuelo nos ha contado con total fascinación las historias de guerra que su padre le contó. Sin embargo, a nosotros nos miran como si tener un móvil, que te informa, te contacto con tus amigos y familiares… fuera peor que tener un fusil. Así que no es malo ser dependiente de esta tecnología, del selfie, de la posfotografía, porque sabemos cómo usarla, no olvidemos que nacimos con ella, para que no acabe con nosotros.

Hemos cambiado la forma de ver el mundo, hemos progresado. El cambio, como siempre y para nuestra desgracia, nos da miedo. Aquello que hicieron genios, hoy lo hacemos nosotros, insignificantes sujetos aparentemente pero igual de poderosos que ellos. Claro que lo importante ya no es la imagen, si quieres ver fotografías bonitas escribe Bert Hardy en el buscador de Google. La verdad es que el contenido de la imagen nos da igual, lo que queremos es vernos y que nos vean en la imagen, que destaque el acto de fotografiar sobre el contenido de la fotografía. Si quieres ver buenos actos de fotografía, escenas en las que alguien se jugó la vida por aparecer en una foto, deberás borrar cualquier nombre de fotógrafo exitoso y poner el de cualquier influencer o reportero actual.

Vivimos en un punto en la línea temporal de la fotografía, en la que ya no toca la belleza burguesa o la composición, sino que toca el asombro y la espontaneidad. Nuestra retina capta demasiadas imágenes al día, tantas, que si no existiera el selfie, no nos pararíamos a mirar ni una sola.
Ricard López Pacheco 1A.